domingo, 29 de julio de 2012

En el exilio... (desde el baúl de los recuerdos)

En ocasiones, muy contadas por cierto, podemos tener entre nuestras manos una pieza del pasado que forma parte de una historia que, sin querer y como capricho del destino, ha querido ser contada. En un baúl arrumbado, entre el polvo y las telarañas de vario tiempo atrás y del característico olor a Cedro de los muebles antiguos de la casa me adentro a investigar el contenido del incorrupto artefacto y maravillarme con los objetos que he descubierto al abrir su cerradura.

Descubrir que aún conserva estampas con imágenes postales de Veracruz, Nueva York o de Bilbao y que conservan las fechas de atraco de los barcos en que este objeto centenario viajó por una parte del mundo. 

En una de las etiquetas, se alcanza a percibir el nombre de Carolina Ponce de León A--- (supongo yo, la dueña primigenia de este artefacto) y que en el fondo del baúl entre papeles y fotografías color sepia descubrí un sobre en cuyo interior se encontraba una carta:


Montpellier, France le 23 Octobre, 1912

Desde éste, mi sito en el exilio y en el que a mi pesar he encontrado un poco de refugio te escribo para saber si es que aún recuerdas mi rostro. Ha pasado ya largo tiempo desde que embarqué en el hermoso Puerto de Veracruz aquella tarde de abril, en medio del atardecer en el Golfo con la mar picada, un tanto alborotada pareciendo que me daba la despedida de mi amada tierra a la cual no habré de regresar jamás.

Hoy, como lo hago desde hace ya casi 9 años te añoro a la distancia. La pesadumbre que vivo con mi sombra como única compañía en esta lejana tierra en la que a pesar de lo maravilloso de sus calles, del aroma en sus cocinas y del color de su cielo al caer la noche te extraño; entre tantas cosas que quisiera compartir contigo... La soledad me esta matando en vida; me he vuelto insensible hasta a lo mas helado, a lo mas amargo... 

Al ver tu retrato, mi tesoro invaluable quisiera tener una oportunidad más para apretarte fuerte. Sentir que respiras al ritmo de los latidos de este fatigado corazón; percibir las notas de tu aroma a fresas que tanto me encanta y recorrer mi mano por tu bello rostro ruborizado por la vergüenza que te causa demostrar tus gestos maravillosos al sentir como recorren mis manos tu cara. Recordarte es un elixir no para la vida eterna, sino para seguir con vida...

Vida... si acaso el destino alguna vez me diera la dicha de ver tus ojos claros una vez más. Tal vez tenga que aguardar un siglo, una eternidad o hasta el fin de los tiempos pero sé que habrá de valer la pena. No existe sufrimientos sin recompensas y tu, mi amada Carolina vales este y muchos más sacrificios y tortuosidades que pasar. 

Es ya casi la media noche cuando estoy escribiéndote; las campanas tubulares del reloj que aguarda en la sala de estar suenan y dejan el eco, reflejo de la soledad que hace un suplicio mi vida. Te extraño tanto, mi amor que aunque tenga que aguardar un instante más lo haré pensando en que nuestra será la eternidad. 

Tuyo, siempre;

Jerónimo Cisneros

Me ha causado intriga saber si fue respondida la carta. Tal vez así haya sido; tal vez nunca fue atendida la petición... En un pedazo de papel podemos plasmar una impresión del alma, desde lo mas profundo sin pensar quizás que ello habrá de trascender mientras no sea degradado éste con el tiempo... 

Carlo Moreno-Jiménez (L' Andariego)
Mexique, le 29 Juillet, 2012



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