viernes, 22 de marzo de 2013

Valentina o José María

En una de esas noches en que sueño y me imagino a futuro, como padre de familia y gran profesionista, me vinieron a la cabeza un par de nombres que, estoy cien por ciento seguro, habrán de cambiar mi vida cuando a alguno de ellos haya de tener entre mis brazos y en cuyos ojos vea, por primera vez, reflejada mi mirada y la sonrisa que se grabará en el "cassette" de la memoria.




El cruce de las miradas que terminara de consolidar el vínculo filial que se genere entre papá e hija o hijo, según sea el caso, habrá de revelar el sentimiento más grande que se puede tener en la vida. El amor de padre.




Las primeras noches de insomnio a la espera de que el pequeño bebe cierre sus ojos y descanse plácidamente en su cuna, mientras papá y mamá miramos de reojo y sonreímos imaginando al futuro. Los primeros pasos y las primeras palabras, habrán de llenarnos de emociones... Seguiremos imaginando hacia el futuro...




Irá creciendo. Ya no gatea, ya no camina lento. Brinca, corre y gira cual pirinola en medio de la sala, jugando e imaginando en su mundo de piratas o princesas. El tiempo pasa rápido.




Regreso un rato al "aquí y ahora". Me he quedado con ganas de imaginar que pasará después...




Cierro los ojos y regreso a la fantasía...


Me imagino las tardes sabatinas o dominicales verme caminando por algún parque, llevando de la mano a uno de ellos, Valentina o José María, con un helado de chocolate en su manita mientras observa sus alrededores y se maravilla con el color de los globos que flotan, el sonido de los pájaros que trinan en lo alto de los árboles y con las risas de los niños más grandes que se deslizan por las resbaladillas.




Imagino también su mirada, sus risas y sus ansias por llegar a los columpios y jugar hasta aburrirse y seguir jugando hasta cansarse. Imagino...




Entre tanto, en ese espacio intemporal de la imaginación, paradójicamente, sigue pasando el tiempo. Aquél pequeño ser crece, anda por la vida y se enfrenta a sus miedos, construye sus sueños.




Me emociona sobremanera saber que pasará. El futuro es incierto, bien lo dicen...




Emocionado regreso del sueño, de la imaginación. Lejos de planear el futuro, que en parte es importante, esperaré con ansias el momento en que llegue a tener por primera vez entre mis brazos a quien ha de seguir engrandeciendo la historia familiar. Algún día llegará, pero aún no.




Alguna vez escuche decir a mis padres: en menos de lo que imaginas, los hijos emprenden el vuelo. Al fin y al cabo solo son prestados por un rato


... Mientras tanto, aguardaré pacientemente el feliz arribo...




Carlo Moreno-Jiménez (el Andariego)
Ciudad de México, Distrito Federal a 20 de marzo de 2013.

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