miércoles, 14 de marzo de 2012

En la casa de la Tía Esther...

Esta es una de esas noches en las que aparentemente el sueño me vencia temprano... pero al final, entre las tazas de café y los sonidos de la noche no puedo conciliar el sueño.

No sé aún porque de repente apareces en mi pensamiento, trato de contar ovejas y cerrar los ojos para caer en sueño profundo pero no logro hacerlo. son ya casi las 4 de la mañana y en la cabeza me retumba tu recuerdo... Los sonidos, los olores y los sabores de tu cocina... las tardes en tu casa... todo eso lo tengo muy presente.

Recordaba aquellos dias de mozuelo en la primaria, cuando por lo regular todas las tardes de esa etápa de mi vida te visitabamos en tu casa, en ese mitico apartamento de la Calle Morelos, con el balcón que tiene la vista mas hermosa del Paseo de la Reforma y del Hotel Imperial... el ruido de claxones y bullicio contrastaba con la paz y la quietud de la "habitacion de las Visitas" donde tenias esa cama de Latón muy bien conservada, esa de la que me platicaba la Tía Esther que perteneció al primer Plauchú que llegó a estas nobles tierras Aztecas con los sueños en una maleta... 

Tambien, como olvidarlo, esas fotos familiares de los años de la canica, dicho con todo respeto, porque todos aquellos que se encontraban plasmados en esas imágenes, en esos cuadros y en esos albumes familiares ya habian pasado a mejor vida...todas y cada una de las historias que encerraban las fotos de los recuerdos de antaño cuando la Familia Barberá Plauchú era muy vasta.

Los sofás color verde con gris... el sillon amarillo donde siempre era comun verte sentada platicando de los recuerdos pasados... las dulceras llenas siempre de Pistaches, a los cuales me volviste incorregiblemente adicto... Uy... la foto del Tío Bartolo!!! jajajajaja... con peinado de Benito Juarez y con el moño de la época de Porfirio Díaz... 

El lugar más acogedor y visitado por mí fue la cocina... recordaba las ocaciones en que preparabas el Bacalao para las cenas en tus fiestas, los Frijolitos Peruanos para llevarle al Tío Espiridión a la tlapaleria... de las tardes en que podiamos pasar platicando detus anécdotas como cuando viviste en Baja California o de tú papá Don José Barberá Blasco... era tan divertido!!! Aún sigo extrañando esas escenas tan lejanas ya.

La paz y la quietud llegaban temprano a tu casa... a las 7 de la noche, entre el silencio que reinaba en el edificio y la obscuridad del atardecer, una taza de café era el acompañante perfecto para terminar con el convite de ese día... o porqué no, una copita de anis para las damas... para los niños solo nos quedaba mirar e imaginar los sabores... que graciososos recuerdos guardo aún de ello...

La hora de partir a casa llegaba... tu antiquisimo reloj Junghans, traido por Don Enrique Plauchú de Francia sonaba puntual a las 7:30 de la noche, la hora destinada para salir de tu Casa-Museo... el constante sonido del péndulo Tic-toc, Tic-toc... sigue siendo para mí muy relajante... y tu reloj, aún conservado por la familia, sigue sonando puntual cada media hora al golpear el mazo las campanas tubulares...

Cuanto tiempo ha pasado ya de todo eso...

Así como me retiraba de tu casa al atardecer... así como te recuerdo aun casi al amanecer... entre el sonido del péndulo, la imagen de tu rostro y el recuerdo de los momentos vividos en ese mítico apartamento de la Colonia Juarez... me alejo acompañado de mi sueño que ha vuelto a por mí para llevarme a descanzar y seguir haciendo memoria de los viejos tiempos...


Carlo Moreno-Jiménez (el Andariego)
Ciudad de México, Distrito Federal a 28 de Febrero de 2012

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